viernes, 13 de junio de 2014

LA MÁQUINA DE SOLANO: ÉPICA COMUNITARIA

Por Julio Vinci


I
La vitalidad de una comunidad como eje para la acción directa del teatro

En la ciudad de San Francisco Solano los tiempos de la historia se asocian a lo nuevo, a lo recién nacido, a lo por comenzar…
La piedra fundacional de la ciudad fue colocada en el año 1949, pero más que un hecho institucional-político y económico, la fundación de San Francisco Solano fue una epopeya vecinal, liderada por la decisión esperanzada y laboriosa de hombres y mujeres, en su mayoría obreros asalariados y jornaleros, de convertir aquel desierto anegado en paisaje bucólico.
Feliz se hubiera puesto, de haber estado vivo, el poeta popular (boxeador y hombre de boliche) Celedonio Esteban Flores, que con frecuencia montaba en su malacara desde Claypole para echar la taba y cantarse un truco entre amigos y cimarrones, sobre estas tierras aún sin nombre. Digo feliz porque si bien había nacido en Villa Crespo, allá por 1896, se mudó a Claypole en la década del 30 y desde entonces trabajó con otros vecinos en la construcción de veredas, caminos de piedra y escuelas, colaborando con el crecer de su pueblo, como más tarde lo harían los vecinos de Solano.
Y como los paisajes bucólicos solo son ciertos en las páginas literarias, en Solano: un arroyo cristalino que todos disfrutaban se convirtió en muy pocos años en receptoría de desechos domésticos e industriales, y la labor periodística local, en objeto de persecución policial y desapariciones a manos del terrorismo de estado.
Si las familias, llegadas desde distintas regiones, habían conseguido avecinarse en una tierra prometida por los sueños, ahora habría que luchar por la autonomía, para mejorar la calidad de vida de la comunidad y evitar los atropellos y negociados que enturbian las aguas y alteran el sueño…

                                                           II
Actuar es un derecho de los vecinos y lo que se representa no se negocia con ningún funcionario de turno.
 Un grupo cada vez más numeroso de vecinos (Dirigidos por Jhoanna Galeano, Federico Lapote, Jorge Grafigna y Julio Vinci) reunido desde hace dos años y con el apoyo de distintas instituciones vecinales (CPC, Escuela N  32, Agrupación Scout, y hasta la misma Plaza San Martín) está escribiendo su propia épica dramática.

El año pasado indagamos en fuentes históricas y periodísticas de la zona y apelamos a la memoria de algunos viejos vecinos que recordaban distintas anécdotas  acerca de nuestros orígenes. En base a esos documentos escritos y vivos realizamos las primeras improvisaciones y de paso refrescábamos lo que de alguna forma ha circulado por nuestras conversaciones familiares desde hace un poco más de medio siglo.                                                                      
Como resultado construimos tres escenas que van desde el establecimiento de las primeras familias en la zona (sin asfaltos, sin luz, sin gas, sin estación de tren), pasando luego por los pasillos de una de las ferias más importantes de Latinoamérica, hasta llegar a los tremendos años del Mingo y la Estratósfera encerrados en un corralito y de cómo logramos salir de allí a la voz de “El barrio unido, jamás será vencido”.


Este año 2014 estamos experimentando con una nueva modalidad compositiva: Muchos sábados nos reunimos en la plaza y hacemos los habituales ejercicios de caldeamiento y juego a los ojos del barrio, todo aquel que pasa está invitado a sumarse (o por lo menos a pensarla y cuando el coraje acompañe… subirse a la máquina). Después nos juntamos en grupos y salimos a entrevistar a distintos vecinos, pero aquí no hay criterio de selección (ni los más viejos, ni los más sabios, ni los más encumbrados), buscamos (entre los vecinos que pasan por azar) aquellos que tengan pinta de conocer una anécdota no recogida aún por la historia.
Una vez finalizada la interviú, en vez de narrarla, cada grupo la convierte en tema musical o en poesía popular (entendemos que de esa forma acercamos mucho más la historia contada al hecho teatral). Una vez que cada uno de los grupos tiene la poesía y el tema (Y claro que también la anécdota narrada por los vecinos como huella en la memoria), recién ahí comenzamos con la fase de improvisación: Cada grupo comienza su cuadro con el poema previamente escrito, ya que por su estructura (Limerick) en pocas pinceladas presenta a un personaje característico en alguna acción concreta con una resolución disparatada, absurda o burlesca. El grupo improvisa, fijándose de no repetir o recrear las imágenes que contiene el poema sino de buscar otras nuevas acciones y facetas.
Por último, cantamos el tema que de alguna forma engloba la escena y le da un cierre. De a poco nos damos cuenta que en Teatro Comunitario todo está por escribirse, todo por representarse. Y como en San Francisco Solano, Todo está por empezar…